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CRÓNICA MONTERREY (Méx) / ¡Lástima “Don Margarito”!

CRÓNICA MONTERREY (Méx) / ¡Lástima “Don Margarito”!

Paco Tijerina

Segunda novillada del serial. En noche de clima agradable con ráfagas de viento fuerte y ante poco más de 2 mil personas, se lidiaron siete novillos de “D’Guadiana” (uno de regalo), bien presentados y buenos en términos generales, el mejor el 6° que fue inexplicablemente indultado.

Sergio Garza: al tercio tras aviso y oreja en el de regalo.
Juan Pablo Herrera: palmas.
José María Pastor: palmas tras dos avisos.
Érick Zúñiga: palmas tras aviso.
Ulises Sánchez: silencio tras aviso.
Rafael A. Soriano: vuelta con protestas tras indulto.

El picador Ricardo Gaytán fue ovacionado en el 4° tras subir un tumbo y después cuajar un buen puyazo.

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Cuando se trata de novilladas uno debe acudir a la plaza con dos ideas preconcebidas: esperar que ocurra el milagro de encontrar al Mesías del Toreo y, dos, recordar que se trata de novilleros, principiantes con ganas de destacar y poco o mucho rodaje, por lo que el rasero debe ser distinto al que se aplica con los matadores.

Pero bajar el listón a los actuantes no equivale a hacer lo mismo con la presencia y juego del ganado, materia prima de la Fiesta y verdadero sinodal de los toreros.

La importancia, seriedad y categoría de una plaza se cimienta justamente en eso, en la exigencia que se tiene en la presencia y edad del ganado a lidiarse y de que los trofeos que en ella se consiguen sean de ley, de verdad.

Como en la vieja serie de TV: ¡Lástima “Don Margarito”!, -que así bautizaron al sexto del festejo, herrado con el número 106-, que el biombo haya confundido la Monumental Monterrey “Lorenzo Garza” con una plaza de trancas en un pueblo olvidado concediendo un indulto que nunca debió ser, para darle gusto a los corifeos del ganadero.

La novillada en su conjunto fue buena, salvo algunos detalles del 2° que tampoco se comía a nadie pero fue descastado. El 6° destacó por su nobleza, pero no fue ni por asomo un dechado de bravura y calidad; fue bueno y párele de contar.

El indebido, innecesario, inconsistente e inmoral indulto no le viene bien a nadie, mucho menos a su lidiador Rafael Soriano que tiene cualidades innatas, pero le falta aún mucho por aprender, por lo que este “triunfo” termina perjudicándole. ¿De quién fue la gloria, del novillo o de su torero? El indulto no le ayuda a la plaza ni al serial y no lo necesita el ganadero.

El palco, además de impartir justicia y velar por los intereses del público, tiene una labor didáctica al formar a los nuevos aficionados y esta importantísima función se tira por la borda con acciones como la registrada la noche de este viernes. Fue tanto el «cachondeo» del fuertemente protestado indulto que en el de regalo cuando Sergio Garza montó la espada hubo quienes de pitorreo al palco empezaron a pedir el perdón para el burel.

Por lo demás, el regiomontano Sergio Garza dejó claro que está más que puesto para subir el peldaño y convertirse en matador de toros. Alguna deuda debe tener Garza con el dios Eolo, pues tanto en el abreplaza como en el de regalo se dejó sentir el viento complicando su labor y a pesar de ello el chaval estuvo solvente, claro de ideas y con recursos, tanto que le concedieron la única oreja del festejo.

Con clase, técnica y buen gusto se vio también a José María Pastor. El hidrocálido no niega la cruz de su parroquia y tiene un toreo de veta y sentimiento, sustentado en una gran capacidad técnica. Lamentablemente falló con la espada y se eternizó con el descabello, escuchando dos avisos.

Juan Pablo Herrera, Érick Zúñiga y Ulises Sánchez pusieron el ingrediente que todo aquel que aspira a convertirse en torero debe tener: voluntad; les hace falta rodaje, mayor preparación, más comprensión y menos asesores en el callejón a los tres.

¡Lástima “Don Margarito”! porque un buen encierro se echó a perder gracias al club de aduladores del ganadero y al desatino del juez de plaza quien, por cierto, antes de andar concediendo indultos debería explicar en dónde diantres estaba el veterinario de plaza, quien religiosamente cobra cada quincena un sueldo en el Municipio de Monterrey, porque anoche lo buscaban afanosamente para que curara a “Don Margarito” y no aparecía por ningún lado. A ver si no se les murió por no atenderlo.