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CRÓNICA MONTERREY (Méx) / TRIUNFÓ CASTELLA

CRÓNICA MONTERREY (Méx) / TRIUNFÓ CASTELLA

Paco Tijerina

Corrida de celebración del 80° Aniversario de la Monumental Monterrey “Lorenzo Garza”, en tarde calurosa con constantes ráfagas de viento y ante poco más de media entrada, se lidiaron toros de “Begoña” de buena presencia y juego desigual.
Sebastián Castella: oreja y dos orejas.
Fermín Rivera: silencio y silencio.
Juan Pablo Sánchez: palmas tras petición y silencio.


 

Cuando se es figura del toreo no hay pretextos ni concesiones, a la gente le importa un rábano que para llegar a cumplir con el compromiso de Monterrey Sebastián Castella haya tenido que pegarse una paliza, pues apenas un día antes triunfaba en Cuenca, España y de ahí salió directo a tomar vuelos para poder estar en la corrida de Monterrey.

Y si el francés fue la base del cartel no defraudó al cortar tres orejas en una actuación entregada, completa, plena de maestría y torerismo.

La corrida de Begoña no fue nada fácil para la terna actuante que, además, tuvo que sobreponerse al viento que molestó a lo largo de todo el festejo.

Castella deleitó al cónclave al torear a su primero en un trasteo largo, en el que abundaron las pausas para que amainaran los ataques del Dios Eolo, pero también para darle espacio al burel; lo importante fue que a pesar de ello Sebastián supo sostener el interés del público, siendo premiado con un trofeo.

Lo mejor llegó en el cuarto, el mejor toro del encierro que fue aplaudido en el arrastre y al que aprovechó a conciencia dando un recital de bien torear por ambas manos, con adornos perfectos que hacían que el público siguiese embelesado aquella obra de arte. No tuvo mácula, no hubo un detalle de más o de menos, si acaso la estocada de tres cuartos de ración de alfanje que no fue suficiente para que doblara en burel y que provocó que Castella tomase del estoque de cruceta para certero, acertar al primer golpe, por lo que el juez le concedió de inmediato dos auriculares, premio que consideró en demasía el propio torero y tras devolverle una a la cuadrilla dio una triunfal vuelta al ruedo y al final del festejo salió a hombros.

Sin pecar de nacionalistas o sobreproteger a los toreros mexicanos, lo cierto es que Fermín Rivera y Juan Pablo Sánchez no tuvieron enemigos a modo. Con diversos tipos de complicaciones, los astados no caminaron y por momentos les pusieron “las peras a veinticinco”, sobre todo el cierraplaza a Sánchez, quien con su primero tuvo una fuerte petición de oreja por un estoconazo que fue toda una cátedra de cómo ejecutar la suerte a la perfección, sin embargo la petición del respetable, que era mayoría, no fue atendida por el palco.