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EL FUNDÓN / EVOLUCIÓN

EL FUNDÓN / EVOLUCIÓN

Paco Tijerina

Sé, y bien que sé, que me van a caer encima los puristas y tradicionalistas, los defensores de la pureza y hasta el Club de la Vela Perpetua, pero no le hace; como dijo Niurka, debo decir “mi veldá”.

El pasado fin de semana estuve en los Estados Unidos y volví a disfrutar de la experiencia de eventos masivos en arenas y estadios. No había reparado en la evolución que han tenido los espectáculos y la forma en que se mantiene una permanente interacción con los asistentes.

En la esencia es lo mismo, el juego y sus reglas se respetan, pero muchas cosas han cambiado. Por ejemplo, en el futbol americano el locutor del sonido local hace exactamente lo mismo que hice hace casi 50 años en el Club Águilas y posteriormente en los juegos de los Auténticos Tigres de la UANL: describir lo que sucede en el campo sin narrar, es decir, diciendo el resultado de cada jugada, dando los nombres de los jugadores y en aquellos tiempos en que los árbitros no tenían micrófono, relatando los castigos que se marcaban y sus respectivas sanciones.

Sin embargo ahora no hay tiempos muertos, cada instante se aprovecha y el sonido local junto con las pantallas juegan un importante papel en la dinámica para hacer partícipe al público en todo instante.

Así, hay promociones, concursos, coros conjuntos de frases que celebran un “primero y diez”, sorteos, anuncios, patrocinios y cada vez que existe la mínima posibilidad se monta “algo” para mantener el interés de los asistentes.

Esto no ocurre en los toros.

Aferrados a la liturgia y la tradición se han empeñado en sostener el espectáculo igual que hace cien años. En Monterrey una malísima banda de música toca el mismo repertorio que tengo escuchando desde que tengo uso de razón… no han puesto una nueva melodía jamás.

Los tiempos muertos se alargan y en lugar de utilizar tecnología, ahí salen entre toro y toro con mantas a dar la vuelta al ruedo para hacer anuncios de próximos festejos. El sonido local es pésimo.

A lo más que han llegado es a tímidos intentos previos y posteriores en los festejos de realizar algunas dinámicas, pero sin resultados, sin seguimiento, sin estrategia.

No hablo de romper o interrumpir la lidia. Me refiero a hacer más dinámico el espectáculo al aprovechar tiempos muertos, a interactuar con el público, a diseñar dinámicas de participación, igual que ocurre en los estadios de la Unión Americana.

Vaya, hasta la charrería que era bastante aburrida, se ha preocupado por modernizarse y mantener el interés de los asistentes.

Ya va siendo hora de evolucionar. Si nuestros toreros, ganaderos y empresarios no pueden o no saben cómo hacerlo, tal vez el diseño de un vuelco está en otro lugar, instaurando nuevas tecnologías al servicio de la tauromaquia y de su promoción.