Paco Tijerina
Y de pronto, cuando clamas porque los matadores, subalternos y empresas comprendan la enorme necesidad que la Fiesta tiene de difusión y que es inaplazable el que cedan sus derechos de imagen para que los festejos taurinos se transmitan por televisión e internet, te enteras que los toreros de plata piden 20 mil pesos para permitir la emisión en directo vía web.
¿Es en serio? ¿20 mil pesos?
Desde hace años sostengo que en la Fiesta, como en muchos otros aspectos de la vida, la escala de valores se ha invertido y hoy no puedo menos que confirmarlo.
¿Cuánto costaría que la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros emprendiese una campaña publicitaria de gran alcance para promover la Fiesta, es decir su fuente de trabajo e ingresos? ¿20 mil pesos? ¡Claro que no, costaría mucho más!
¿Es que acaso son ciegos?
¿No se dan cuenta de que desde hace años el número de festejos va a la baja y que ya nadie vive sólo de ser subalterno?
¿Por qué matar lo poco que queda sin siquiera invertir, sino simplemente intercambiar sus “derechos de imagen” por promoción? Ya de todas formas recibirán su salario…
Lejos de cobrar, los subalternos, matadores y empresas, deberían preocuparse por exigir a quienes transmiten vía Internet o la TV, abierta o de paga, calidad en sus emisiones, contenidos interesantes, con buena producción, que incentiven la audiencia y con ello lograr que se consigan patrocinadores que aporten recursos, recursos que después, sólo después, podrían retornar a los bolsillos de los actuantes, no antes como ahora pretenden.
Como en todo, en esto de las transmisiones por Internet en directo ni están todos los que son, ni son todos los que están. La realidad es que termina siendo un asunto de vocación y afición, de ganas de promover la Fiesta, de gastarse el saldo de su celular o sus bytes en una emisión que no tiene retribución y que a cambio permite que muchos otros, en distintas latitudes, puedan ver lo que ocurre en un ruedo, por muy modesto o alejado que esté.
Esta ya no es miopía, es una ceguera absoluta de quien mira la tempestad y no se hinca.
Al final no tendrán sus 20 mil pesos y dentro de muy poco tiempo no tendrán tampoco absolutamente nada y todo por su voracidad del momento, por no tener visión, por no pensar un poco, por carecer absoluta y definitivamente de afición y amor por la Fiesta y pensar primero en su bolsillo que en el futuro.