Si «segundas partes nunca fueron buenas», José María Manzanares es la excepción de la regla. Se puede argumentar cuanto quieran si el hijo alcanza las cotas de arte del padre o no, pero lo que no entra en discusión es que con los años ha encontrado un sitio y una expresión torera propia,que va sumando legiones de admiradores.
La imagen fue captada el 20 de febrero de 2007 en Autlán de la Grana, México.