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José de León Galván: ‘Te quiero Pana, eres más que una leyenda’

José de León Galván: ‘Te quiero Pana, eres más que una leyenda’

“¿Dónde puedo tomar un ‘refrejqillo’ o tú crees que ‘andoba’ nos va a llevar a jamar?”

Después de eso solo se escucharon risas de Paco, Mario y un servidor. Era el 21 de abril en Constitución entre Zaragoza y Zuazua en el centro de Monterrey, apenas 10 días antes del accidente en Cd. Lerdo de El Pana, nuestro Pana.

No puedo más que arrepentirme por no haber tomado esa foto que solo conservo en la mente. Él caminando y perdiéndose en el horizonte, después de ese diálogo “el Brujo”, nuestro brujo, se perdió en la acera del Museo de Arte Contemporáneo, ahí donde está el monumento a “La Paloma de la Paz”, la paloma de la unión, el símbolo de hermandad e igualdad, de respeto y amor.

En el centro de Monterrey se esfumó en mi vista, lo veía atónito caminar solo, como hijo de vecino, pero era el personaje que más le ha dado romanticismo a esta nuestra fiesta contemporánea, era un personaje que yo admiraba desde “Rey Mago”, pero él ya era brujo desde muchos años antes, ahí fue la ultima vez que le vi, la corrida que torearía en Monterrey al día siguiente finalmente se suspendió.

Ese personaje en esas pocas palabras, ese día, me hizo oler esa grasa de las garnachas hirviendo por las calles, el olor a “Delicados”, a la fragancia de “Siete Machos” y brillantina, el humo despedido por los mofles en los coches de los 50’s con mucho plomo, el cloroformo y olor rancio de las enfermerías de antaño; el libro de Luis Spota “Mas cornadas da el hambre” estaba frente a mí, lo podía tocar y escuchar.

Un romántico de la fiesta, la tauromaquia en su máxima expresión envuelta en jeans y playera, apenas tocado de una vieja boina y un eterno paliacate al cuello; no, no traía puro en los labios. El lenguaje, el rodaje, la cultura, el trato, la mirada, el olor, sus sueños, sus planes…

Antes de “Rey Mago” para muchos solo era un torero viejo que a nadie le importaba, que era bueno que se retirara y muchos calificativos ofensores que escuché durante años, aunado a la casi nula actividad y no conocerle, pues uno termina trepado en el tren de no valorarlo como lo que era, como lo que es.

¿Cuando fue que en la historia de su carrera se fue desapareciendo y fuimos ignorándolo hasta casi borrarlo? ¿Cómo sucedió? ¿Porqué nos privamos de verle, sentirle, aprenderle durante varios años hasta que salio “Rey Mago”? Desperdiciamos mucho tiempo de su embrujo por no valorarle su romanticismo, su toreo viejo y su lenguaje torerísimo; era un arte escucharle y tratarle.

Ahora bien ¿La tauromaquia es arte? ¿Por qué se define a la tauromaquia como arte?

La tauromaquia se ha vendido tanto como arte, que ahora todos creen que asisten a un museo en vez de una plaza de toros. La tauromaquia se definió como arte por los espectadores, no por los protagonistas. Tal vez por eso y los puristas dejamos de verle y valorarle durante mucho tiempo.

¿Quién en su vida que haya querido ser torero lo quiso por ser artista? ¿Qué ganadero mandaba pinceles en vez de toros a una plaza? ¿Qué empresario vio la oportunidad de ver dibujar un lienzo en su ruedo en vez de un torero partirse la madre?

Que ahora haya quien toreé bonito y que muchos artistas defiendan la fiesta no la define como tal. El toreo se cuece aparte, no es deporte y no es arte, no señor, es un espectáculo donde los artistas curan su alma, solo eso, medianamente eso es el toreo.

El toreo es romperse la madre a costa de sangre y muchas veces dignidad, de hambre y muchas veces frio, de calor y muchas veces favores por pagar; solo por pegar un pase, un simple y llano pase vestido de luces y que algunas personas en un frío tendido te griten ¡olé!.

Los que querían ser toreros por lo regular eran de perfil bajo, con hambre y ganas de sobresalir económicamente; con ganas de lidiar una res por ganarse un poco de dinero, con hambre de verse como príncipes siendo apenas un cualquiera.

Los toreros viven el toreo; desayunan, comen y cenan con olor a estiércol metido en su mente, nunca en su vida piensan en “hacer arte”, ellos solo quieren poder con la fiera y no morir, para luego entonces, ser eternos a la vista de los mortales. El toreo es una forma de vida que algunos locos viven y ocasionalmente se muestra en las plazas de toros a cambio de dinero.

Es un espectáculo que desata pasión, que te hace sentir algo, que cuando tomas la decisión de ir a una corrida lo haces sin pensar en divertirte, es algo extraño. Pero no creo que sea arte.

No imagino a nuestro Brujo queriendo ser torero por ser artista, el toreo no es arte, es partirse la madre todo el tiempo, en todas las plazas y con cualquier animal, y porque las cosas no salgan “bonitas” o artísticas deja de llamarse Toreo.

El toreo es hambre, es poder torear y es poder cobrar. Ese romanticismo es la verdadera esencia de la tauromaquia, esa esencia de toreo rancio del cual El Pana era el embajador. El toreo es diferente a las expresiones plásticas, ser torero es mucho más que ser artista.

El Pana, nuestro Pana, se perdió de mi vista en aquella esquina de MARCO, en la Paloma de la Paz, apuradillo por su “refrejquillo”. No sabía que ante mi vista se perdía el toreo romántico de una época, del que nos hemos alejado poco a poco sin darnos cuenta, la metamorfosis de la tauromaquia nos ha llevado o otra muy diferente de lo que era Rodolfo.

El toreo no se crea ni se destruye, solo se transforma. El romanticismo del toreo ha quedado muy atrás, vaya, tanto que ahora se llama arte y se valora cada vez menos la verdadera esencia.

TE QUIERO PANA, ERES MAS QUE UNA LEYENDA.

#FuerzaPana