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CRÓNICA MONTERREY / Una ovación

CRÓNICA MONTERREY / Una ovación

La ovación más fuerte y sentida de la noche se la llevó el subalterno Héctor Rojas y fue porque colocó en el sexto el único par de banderillas de todo el festejo.

El segundo tercio en todos los novillos de este viernes en la Monumental Monterrey fue un desastre; cierto es que algunos de El Vergel cortaban el viaje, pero la verdad es que las cuadrillas le hicieron ascos y no existió en todo el festejo un capote capaz de sujetar y mandar, de poner orden en el herradero, al grado en que hubo astados a los que sólo les colocaron una banderilla.

Y aquello, novillo a novillo, se convertía en un mitin que fue creciendo en tono y fuerza. ¿Y el biombo? ¡Bien gracias! Capotazos aquí y allá, los bureles se adueñaron del redondel y los actuantes desesperados pedían el cambio de tercio, pero el juez, Marcos Garza, estaba dormido, tanto que no se percató jamás de la bravura y calidad del extraordinario 4° de la noche y le robó una merecidísima vuelta al ruedo, como tampoco le llamó la atención al baterista de la banda que en seis ocasiones SEIS, le mentó la madre con su instrumento al público que pedía música.

Del encierro de El Vergel se puede decir que hubo dos buenos (2° y 3°), uno extraordinario (4°) y el resto fueron complicados por su falta de bravura y clase, pero también por la pésima lidia que recibieron.

Abrió plaza José Mari Macías que dejó ver su oficio y escuela ante un enemigo que salía suelto y distraído y al que materialmente le arrancó pases. El chaval tiene además intuición y valor, por lo que su labor fue premiada con palmas.

Héctor de Ávila actuó como segundo espada y dejó buenos trazos ante un buen astado que fue ovacionado en el arrastre. Tuvo el novillero pasajes lucidos con la franela, sobre todo por la izquierda, cuando le corrió sabroso la mano al astado y buenas tandas; falló con el acero escuchando un aviso para recibir tibias palmas mientras que el de El Vergel era ovacionado. Alguien comentó que desde el biombo se había ordenado el arrastre lento, pero nadie, ni los mulilleros, se enteraron.

Arturo Soto mostró disposición y como declaración de intenciones se colocó de hinojos en las tablas para saludar al tercero, pero se llevó un arropón al no embarcar al burel. Con la muleta le pegó cualquier cantidad de pases, técnicamente correctos, pero sin transmitir al tendido; el novillo era noble y bueno, tan bueno que le permitía al chaval equivocarse una, diez, mil veces y nunca le tiró una cornada… otro buen astado que el palco no vio.

Cayetano Delgado se llevó el novillo de la noche, bueno, bravo, de larguísimo recorrido, fijo y serio, con una extraordinaria calidad y lo aprovechó a su real saber y entender; el de El Vergel era para indulto, pero en el acelere normal de quien torea poco, hubo momentos en que el regiomontano desatendió a su enemigo para buscar proyectar al tendido. Pese a que dejó una entera en buen sitio el morito no dobló y así escuchó dos avisos. Tras el arrastre de los despojos del buen “Patriota”, marcado con el número 296, que merecía la vuelta al ruedo y que el miope palco dejó pasar, Cayetano salió al tercio para provocar la ovación y en medio de una diferencia de opiniones se arrancó a dar la vuelta al ruedo.

A José Sáinz le correspondió el más difícil del encierro, un novillo que puse en jaque a todos en el ruedo y que al llegar al tercio final se quedó parado y reservón. El chaval le puso afición y de manera efectiva lo pasaportó para retirarse en silencio.

Cerró plaza Guillermo Guerra ante el astado más hecho de la noche. En la vida en muy contadas cosas, y el toreo es una de ellas, no aplica la máxima de “querer es poder”. Memo III quiere, pero con apenas tres festejos en su haber es difícil pisar un ruedo como el de la Monumental Monterrey. A pesar de que Mauro Prado lo picó de manera excelente, el novillo no paraba y evidenciaba la falta de argumentos del regio que pasó apuros con la toledana, escuchando dos avisos antes de concluir su labor y escuchar tibias palmas.

MÁS DEL BIOMBO

Alguien debería explicarles a los ocupantes del biombo que para determinar la suficiencia de castigo en el caballo es necesario tomar en consideración varios factores y no solamente los chiflidos del público, sobre todo cuando se trata de encastes como el de anoche. Si los que le van a poner los muslos enfrente están en el ruedo, así sean novilleros, deberían mostrar un mínimo respeto.

Por otra parte insisten en su imperdonable error de lanzar trompetazos a diestra y siniestra. En ninguna parte del reglamento dice que el juez puede apercibir a los actuantes de esa manera; con tanto que les gusta imitar a los presidentes españoles, deberían aprender la manera de comportarse en el palco.

Finalmente y como un detalle de cultura taurina, habría que decirle a algunos novilleros que el ruedo es un lugar sagrado y que en un festejo está consagrado para los toreros. Si bien el matador de toros Manolo Martínez hijo tenía todo el derecho de recibir sus brindis en la arena, no debió ocurrir así en otros dos casos en los que los actuantes invitaron a pasar al ruedo a quienes ofrecían su actuación.

FICHA DEL FESTEJO

En noche calurosa y ante casi un cuarto de entrada, se lidiaron novillos de El Vergel, bien presentados, destacando el 2° que fue ovacionado, así como el 3° y el sensacional 4° al que el palco le robó una merecida vuelta al ruedo. El resto presentaron complicaciones.

José Mari Macías: palmas.

Héctor de Ávila: palmas tras aviso.

Arturo Soto: palmas.

Cayetano Delgado: vuelta tras dos avisos.

José Sáinz: silencio.

Guillermo Guerra: palmas tras dos avisos.