Por: Paco Tijerina
Como todo en la vida hay buenos, malos, regulares, participativos, callados, sumisos… y los aficionados taurinos no son la excepción.
Pero, ¿qué es ser buen aficionado?
Ser buen aficionado no es simplemente “ir a todas”, porque conozco a muchos que han ido a todas y no han aprendido nada.
Ser buen aficionado no es haber ido cien veces a España (y menos andarlo presumiendo cuando no viene al caso y nadie te lo pregunta).
El buen aficionado jamás se cansa de aprender, porque tiene claro que “de toros sólo saben las vacas y a veces ni ellas”… el buen aficionado tiene la mente y los oídos abiertos para escuchar y abrevar, devora libros, ve películas, compara, discierne, discute con pasión pero al mismo tiempo con altura y clase, no busca imponer sus puntos de vista; el buen aficionado comparte, orienta cuando se lo piden sin jamás buscar pontificar o dictar cátedra.
Ser buen aficionado no es gritonear en el tendido o las redes sociales y mucho menos largar por largar, porque no es mejor aficionado quien más critica, sino que el critica bien, con causa y justeza. Igual, no es mejor cronista taurino quien más ataca sin ton ni son, porque esos son amargados que a falta de cimientos sólo tienen el recurso de tirar golpes a diestra y siniestra.
Acompaño estas líneas con una protesta de buenos aficionados a mediados de los 60’s en Monterrey… la queja de los noveles de hoy no es nueva, no han inventado ni el agua tibia ni el hilo negro.
Y la Fiesta sigue.
En la democracia del tendido hay gritones de todo tipo: los hay jocosos y oportunos, hay impertinentes, pero hay también sabihondos que tienen una enorme necesidad de reconocimiento y confunden su rol, porque creen que el público fue a la plaza a escucharlos dictar una conferencia sobre el toreo cuando no fue así, aunque en su casa de seguro se la pasan calladitos porque no los dejan hablar. Nadie les ha pedido su opinión y pagar un boleto no les da derecho a externar sus opiniones a voz en cuello y mucho menos a faltarles al respeto a quienes están en el ruedo jugándose la vida.
Anoche en Monterrey apareció otro “Cossío parlante”, de esos que lo saben todo y que por igual criticaban la brega que les decían estupideces a los subalternos o les daban consejos a los novilleros.
El buen aficionado es serio y tiene la habilidad de convencer con argumentos cuando es necesario.
Dicen por ahí que “lo bueno, siendo breve, es doblemente bueno” y cuando se es discreto se tiene además el don de la elegancia y la oportunidad.