Quiso ser torero pero el destino le tenía preparada otra misión: la formación de nuevos valores.
Jorge Delgado se ha entregado como pocos a las escuelas taurinas, encaminando por el sendero del bien a cientos de niños y jóvenes de los que han destacado sólidas promesas de la torería.
Su esfuerzo y dedicación le han valido un sitio de honor en la Fiesta Brava Mexicana.