Por: Paco Tijerina
El video que una persona subió a redes sociales del momento en que un caballo de la cuadra de Emiliano Gamero le tira una coz cuando se le acerca por los cuartos traseros y al que el rejoneador “corrige” dándole azotes, ha demostrado claramente una teoría básica de la comunicación: si no quieres agrandar un problema, no lo rebatas.
Y es que tras la denuncia y la lluvia de críticas por el proceder de Gamero, primero fueron algunos y después mucho más, los que se encargaron de realmente viralizar el video al intentar “defender” a la Fiesta criticando a quienes denunciaron el proceder del cavaleiro.
No me quiero montar en la discusión de si fue correcto o equivocado el proceder de Emiliano en cuanto al trato dado a la jaca, porque si en México somos una potencia en cuanto a directores técnicos de futbol (todo el mundo sabe más que los entrenadores), ahora resulta que también lo somos en cuanto a arrendadores de equinos, porque son muchísimos los que saben cómo se debe tratar, educar y manejar a un caballo.
Me quiero referir al equívoco de quienes sin tener nociones en materia de comunicación y los alcances de las redes sociales, pretenden “defender a la fiesta” cometiendo un pecado mucho peor del que señalan, porque lo que realmente consiguen es despertar el morbo de otros usuarios que no se habían percatado del suceso y de esta forma provocan una “bola de nieve”.
Luego del video original y sus réplicas y tras la aparición de Gamero pidiendo una disculpa, el asunto se hubiese zanjado en un día, pero “los defensores” de la Fiesta convirtieron el tema en un Trending Topic que, obvio, ha llegado a los antitaurinos que se han dado gusto compartiendo el pleito, ya no entre lo correcto o no del proceder del rejoneador, sino de la fraticida lucha entre taurinos que se lanzan acusaciones y señalamientos con más pasión y enjundia que cuando de verdad defienden al toro.
Lo he dicho una y mil veces, respeto más no comparto, la teoría del silencio cómplice. Estoy más que seguro que en buena medida esa errada idea de “lavemos la ropa sucia en casa” es la que ha dado pie a los abusos de toreros, empresas, ganaderos y demás que han provocado la situación que hoy padecemos.
Me cuestiono, ¿en casa? ¿y dónde es nuestra casa, dónde se pueden denunciar las anomalías, las trampas, las chapuzas, los robos en despoblado que muchos cometen y siguen cometiendo? ¿A quién le reclamamos si no existe una denuncia? No se trata de buscar culpables, sino soluciones, pero el problema es que para poder indagar el camino hacia la recuperación lo primero que debemos hacer es aceptar nuestros errores y para eso se requiere de dos factores: voluntad y valor.
A Emiliano Gamero le tocó pagar el precio de la modernidad, porque ya no se trata siquiera de figuras públicas; hoy una señora prepotente tira la basura en la calle y alguien la graba con su teléfono, la sube a las redes sociales y en cuestión de minutos ya es “Lady Basura”. Este es nuestro mundo, bienvenidos a la realidad.
Pero insisto, el asunto se hubiese terminado al día siguiente con la disculpa del rejoneador, de no haberse dado los “airados” reclamos de muchos que lejos de sofocar el fuego terminaron echándole más gasolina a la lumbre.
Ahora, esperaré tranquilo y sereno que lleguen todos los especialistas en comunicación y manejo de redes sociales a refutarme y darme cátedra de cómo se deben hacer las cosas.
¡Cosas de nuestro tiempo!