Paco Tijerina
El domingo pasado cuando en un momento observaba el sobrepoblado callejón de la plaza, vino a mi memoria la imagen de Alfonso Romero, el mozo de espadas de Salvador Vega que en 2003 en Madrid sufrió una cornada que le atravesó el tobillo cuando un toro saltó al callejón.
Y vinieron a la memoria monosabios, fotógrafos y otros verdaderos profesionales que han sufrido accidentes en ese sitio y todo por culpa de personas que nada tienen qué hacer ahí y que irresponsablemente ocupan espacios en los burladeros interiores que deberían estar libres para usarse en caso de una contingencia.
El callejón no es para dejarse ver y en él hay que saber estar y comportarse, no es sitio para tomarse selfies, ni solos ni con los toreros.
La pregunta de dos jóvenes que estaban a mi lado me sacó de mis ideas: “¿Y sí ha ocurrido que un toro salte para acá?”… apenas sonreí y le expliqué a los dos elementos de Protección Civil Municipal que sí, sí sucede.
¿Qué parte no entienden de que los toros matan?
Mal endémico de la Fiesta, nadie intenta colarse de gratis a un partido de futbol o un concierto, pero para ir a los toros de gratis se convierten en “cronistas” y así meten a toda su familia y van al callejón no a cumplir una misión, sino a dejarse ver, a sentirse importantes.
Y empecé a repasar una a una las personas que ahí estábamos. El balance final no puede ser más desesperanzador, había más civiles que profesionales.
En Madrid el número de espacios asignados a los fotógrafos es limitado… ¿los demás?, arriba, al tendido. Recuerdo que en una entrevista el maestro Fernando Botán, fundador de la casa de fotógrafos que lleva su nombre, decía que prefería sacar las fotos desde una barrera.
¿Qué diantres tiene qué hacer ahí alguien que dice que escribe en el “uyuyuy.com”, que transmite por radio en el “sepamadres.net” o que de plano publican en Facebook? “Es que yo saco fotografías y luego hago exposiciones”… ¿y luego?, en ese caso debería buscar que le acredite un medio de comunicación formal, servir con sus imágenes y después sus exposiciones.
La pregunta sigue rondando en la mente, ¿por qué será que cuando suceden accidentes en el callejón de las plazas siempre les toca a los que menos la deben?
Pudiera hacer un recuento visual sólo con repasar las imágenes captadas en la corrida y observar los rostros que aparecen en el callejón para darte cuenta de la magnitud del problema.
Sé que la autoridad y las empresas hacen el mejor de sus esfuerzos, pero ante la avalancha de nuevos medios y la bravuconería-zalamería de muchos para acreditarse, es difícil definir quiénes si laboran en un medio serio y quiénes no.
Debo agradecer, por cierto, el esfuerzo de Antonio Quiroga y Pedro de la Serna, juez de plaza y de callejón respectivamente, para atender la humilde petición que hice el domingo de mantener limpio el ruedo en el momento del corte de coleta de Hernán Ondarza. Fue genial que se diese así, para que el público, el matador y su familia y hasta nosotros los profesionales, pudiésemos disfrutar de ese momento.
No esperemos a que ocurra una tragedia para arreglar las cosas, pongamos manos a la obra, acabemos con el protagonismo de muchos que aquí sí, puede causar una fatalidad.