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Rostros / Manolo Mejía

Rostros / Manolo Mejía

De niño soñó con ser torero y tuvo la oportunidad de aprender de los mejores y más grandes maestros de los que fue uno de los alumnos más destacados.

Tuvo un momento de gloria cuando junto a Valente Arellano y Ernesto Belmont formaron una tercia que llenaba y hacía cimbrarse a la Plaza México y buena parte de los cosos del país.

Ya como matador las cosas fueron diferentes, siempre la ortodoxia, siempre la academia, esa maldita facilidad para hacer las cosas que daba la apariencia de que no le costaba trabajo hacer las cosas, hasta que se topó con un toro de su maestro Manolo Martínez y la carrera se relanzó.

Manolo Mejía tiene un sitio en la historia de la tauromaquia de México por su oficio, su enorme calidad, sus facultades innatas y su paso por los ruedos.