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CRÓNICA / LOS JACALES / MISA

CRÓNICA / LOS JACALES / MISA

Paco Tijerina

Plaza de toros “Sebastián Medina – Los Jacales”, Monterrey, México
Domingo 8 de agosto de 2021

Ante un poco más de un millar de personas se lidiaron siete toros de Fernando Lomelí (uno de regalo), disparejos de presentación y de nulo juego, resultando descastados, sosos y débiles de remos.

Uriel Moreno “El Zapata”: silencio tras aviso y silencio.
Antonio García “El Chihuahua”: vuelta y ovación.
Ángel Espinosa “Platerito” (que sustituyó a Sergio Garza): palmas, silencio y oreja en el de regalo.

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Podrán decir misa, darse coba argumentando que si el pésimo juego del encierro, que si el viento, que si las condiciones del ruedo, lo cierto es los aficionados que acudieron este domingo a “Los Jacales” presenciaron una tarde para el olvido.

Porque uno a uno fueron conjuntándose los factores para dar al traste con la tarde y mire lo que son las cosas, a pesar de todo, el público no protestó y me atrevo a decir que salió satisfecho del coso, aunque con el sabor agridulce de haber presenciado un festejo anodino, intrascendente.

Por principio el encierro de Fernando Lomelí fue un despropósito. Disparejos en presencia, hubo de chile, de dulce y de manteca, aunque tuvieron el común denominador de pegar medias embestidas cuando lo hacían, o bien avanzar por arreones con la cabeza en las nubes, débiles de remos, sosos y sin casta y así ni Cúchares o Pepe-Hillo.

Por otra parte es una realidad que “Los Jacales” requiere de una intervención a fondo en su ruedo. Cuando don Sebastián Medina construyó lo que originalmente fue un lienzo charro, rellenaron el inmenso redondel con arena de construcción para charros y rodeos, no para toros y aquel es como torear en la arena de una playa, ni las extremidades de los toros, ni los pies de los toreros, se pueden desplazar, porque se hunden a cada paso; muestra clara fue que el tiro de mulillas no pudo sacar los restos del primero de la tarde y los vehículos habilitados para el efecto en el resto del festejo tuvieron muchos problemas.

Pero no se trata sólo de quitarle arena, porque entonces quedaría en la parte baja de las tablas del redondel un enorme claro. Hay que retirar la tierra, sí, levantar un firme sólido que brinde soporte y después colocar una cama de arena apisonada con la altura necesaria y esto lleva tiempo, dinero y esfuerzo.

Resumiré dedicando un párrafo a cada uno, la actuación de los espadas de hoy.

“El Zapata” no fue el mismo al que vimos hace poco más de un mes en la Monumental Monterrey. Inseguro, sin sitio, pasando apuros con su especialidad que son las banderillas, intentó sin éxito dar muletazos y con la espada estuvo fatal en sus dos enemigos.

“El Chihuahua” intentó agradar en todo momento; valiente, bullidor, espectacular con los garapullos, tuvo algunos pasajes con la muleta, sobre todo con su segundo. Al primero de su lote lo mató de un “chalecazo” y al segundo de una estocada desprendida luego de varios pinchazos. Abro aquí un paréntesis para agradecer el brindis que me hizo el honor de hacerme, la amistad y el aprecio seguirán estando siempre ahí.

Ángel Espinosa “Platerito” fue “el triunfador” del festejo al cortar una oreja a un toro de regalo. Con los dos de su lote corrió con la misma suerte que sus alternantes, tuvo destellos y momentos, pero nada destacable y al que obsequió le endilgó una faena rapidilla en la penumbra y como mató con la mejor estocada de la tarde, pues le dieron una oreja.

A pesar de los pesares el público se divirtió, pero si queremos hacer de la tauromaquia una industria que genere miles de adeptos como antaño, es necesario que todos pongamos más de nuestra parte a fin de brindar al que paga un boleto una mínima garantía de espectáculo y diversión, sin andar diciendo misas ni esgrimir pretextos.