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CRÓNICA / LOS JACALES (Monterrey, México) / DESTINO

CRÓNICA / LOS JACALES (Monterrey, México) / DESTINO

Paco Tijerina

4 de julio de 2021.- Plaza de toros «Sebastián Medina – Los Jacales». Ante unas 600 personas se lidiaron TOROS de Golondrinas, bien presentados pero de poco juego.

Guillermo Guerra: vuelta por su cuenta.

Alejandro Rodríguez «El Sigala»: vuelta por su cuenta.

Enrique de Ayala: ovación.

Diego Garmendia: oreja y cornada.

Jesús Torres: silencio tras tres avisos.

***

El destino es inescrutable; bien dicen que “cuando te toca, ni aunque te quites”.

Y así, fue el destino el que decidió el rumbo de la novillada celebrada este domingo en la plaza de toros “Sebastián Medina – Los Jacales” de Monterrey que de ser un festejo formal terminó siendo “sin picadores” por una serie de eventualidades que acabaron marcando el rumbo de la tarde.

Antes de iniciar la novillada se anunció por el sonido local que la cuadra de caballos de picar y las mulas de arrastre contratadas no pudieron salir del rancho donde se encuentran en Cadereyta Jiménez, Nuevo León, por un problema de seguridad. Ante la eventualidad la empresa consiguió un caballo de pica de la ganadería de “Dos Ríos”, propiedad de la familia Fernández Yesaki, mismo que con premura se empetó y preparó para el festejo, sin embargo al momento de salir al ruedo el caballo se negaba a avanzar y empezó a tirar de coces; de pronto el astado se fue de largo y apenas el picador Eduardo Reyna le alcanzó a dar un refilonazo, pero el cuaco seguía en las mismas y miembros del servicio de plaza intentaban acomodarle el peto, en eso el hijo del picador actuante, Eduardo Rivera, se desprendió de un burladero para apoyarles, con tan mala fortuna que quedó justo detrás del corcel que de manera certera le propinó una coz en la mandíbula fracturándola y desplazando además el pómulo derecho y la nariz, además de incrustar varios dientes en el paladar.

El momento fue dramático y al seguir pegando de reparos el caballo echó a la arena al picador que sin pensarlo fue a ver a su hijo… sacaron al jamelgo del ruedo y a partir de ahí el festejo se transformó a uno sin piqueros.

Hay que decir aquí que Golondrinas mandó una corrida de toros, con edad y con peso suficiente para lidiarse en cualquier plaza de la república y que lamentablemente fueron unos duros sinodales para los chavales.

A todos, todos, se les notó el verdor y les pesaron los kilos, la presencia y sobre todo los problemas de los bureles que no fueron unas peritas en dulce.

El mejor librado fue Diego Garmendia que cortó una oreja más por su disposición que por sus habilidades lidiadoras. Arrestos, valor y ganas de ser las demostró en todo momento y a cambio de ello terminó con una cornada en el glúteo cuando intentaba dar muerte al astado, pese a la cual se mantuvo firme en el ruedo hasta que dobló la res y recibió el apéndice.

Aquí hay que resaltar otro punto importante: la chuflería de un paramédico celoso de su profesión, de un juez que debería tener tantita noción de cómo son y se comportan los toreros y de un protagónico médico que fue candidato a gobernador que desde el tendido pretendía dar cátedra y ordenaba se retiraran al novillero del ruedo.

La cornada de Garmendia era, hasta donde sabemos, limpia y no ponía en riesgo órgano alguno, de manera que la decisión de permanecer en el ruedo era de él y su apoderado; hemos visto toreros con heridas mucho más grandes quedase ahí, así que, ¿de qué van sus chuflerías señores?

Este domingo en la plaza Sebastián Medina – Los Jacales se vivió la fiesta, con su dramatismo y emoción, con su intensa e inmensa dosis de peligro, con su drama, con su miedo y con la enseñanza para los actuantes de que para salirle a un toro hay que estar preparado física y mentalmente.

Hay que aprender el toreo señores, porque pases los pega cualquiera, pero torear, muy pocos.