Paco Tijerina
Lalo López “Zotoluco” se despidió de Monterrey como tenía que ser: como un grande, saliendo a hombros de la plaza tras cortar las dos orejas al segundo de su lote en una faena que, de cabo a rabo, el diestro se inventó y en la que tuvo que echar mano de todos sus recursos para hacerse de las embestidas de “Apasionada Entrega”, en número 311 de San Miguel de Mimiahuapam con el que dijo adiós a la afición regiomontana.
La tarde venía cuesta arriba porque el encierro no se prestaba para el lucimiento; con su primero “Zotoluco” tuvo que descifrar el crucigrama que representaba un astado que en un principio rehuía a la pelea y se escupía de los capotes, pero la muleta poderosa del chintololo lo hizo entrar en vereda y le extrajo pases de valía; mató de pinchazo y estocada desprendida para recibir una ovación.
Lo bueno vino en el cuarto al que saludó con verónicas y llevó al caballo con chicuelinas andantes. Tras brindar a Juan Pablo Bailleres se postró de hinojos al hilo de las tablas, cual chaval en busca de una oportunidad y le endilgó una serie de pases por alto a su enemigo para luego, ya en la boca de riego, darse gusto al torear en redondo por la diestra en series largas y sentidas, con el fondo primero de “El Corrido de Monterrey” y después de “Las Golondrinas”.
La plaza era un caldero en ebullición y la falta de transmisión del astado la suplía la actitud de “Zotoluco” derrochando por igual entrega y arte, valor y desplantes. Cobró un soberbio estoconazo al primero viaje y con todo y que el burel se resistía, terminó por rodar sin puntilla a los pies de su lidiador para que le fueran concedidos los dos apéndices.
Ginés Marín entró al cartel sustituyendo al anunciado Andrés Roca Rey quien el sábado actuó en San Luis Potosí con un fuerte cuadro de gastroenteritis que al final del festejo tuvo que ser atendido en la enfermería de la plaza y que le impidió actuar en Monterrey.
Valiente y variado con el capote, con la muleta Marín dejó ver oficio y escuela, aunque por instantes también era posible percatarse del verdor de quien apenas inicia su andadura como matador de toros. El de Jerez de la Frontera tiene valor y proyecta al tendido cuando torea por bajo con hondura, como en el sexto, en el que pudo expresarse en unas cuantas tandas que coronó con una soberbia estocada para recibir un apéndice.
El primero de Marín no se prestó para el lucimiento, llegó al tercio final dando medias embestidas y protestando, pero Ginés dejó claro que tiene puesto el tranquillo con la toledana y cobró una buena estocada para ser premiado con palmas.
Diego Silveti pudo haber cortado por lo menos una oreja a su primero si no falla con el acero. El hijo de David hizo el toreo al que nos tiene acostumbrados, dando circulares por bajo con ambas manos aderezados con remates y adornos, cerrando su trasteo con una escalofriante serie de bernadinas sin espada, pero el gozo se fue al pozo cuando empezaron los pinchazos.
El quinto no decía mucho y Silveti trató de exprimirlo, pero poco pudo extraer de un pozo seco. Porfió y extendió su faena, fallando de nueva cuenta con la espada.
FICHA DEL FESTEJO:
Con dos tercios de plaza en tarde de clima agradable, se lidiaron cuatro toros de Begoña y dos de San Miguel de Mimiahuapam (4° y 6°), de juego variado.
Eulalio López “Zotoluco”: ovación y dos orejas.
Diego Silveti: Ovación y palmas.
Ginés Marín (que sustituyó a Andrés Roca Rey): ovación y oreja.