Paco Tijerina
En tarde soleada con ráfagas de viento y ante dos tercios de entrada, se lidiaron toros de San Isidro (2 para rejones) y Jorge de Haro (4 para la lidia a pie), así como dos novillos de La Estancia (también para rejones).
Pablo Hermoso de Mendoza: palmas y palmas.
Diego Silveti: palmas y silencio.
Guillermo Hermoso de Mendoza: ovación y vuelta.
Sergio Garza: palmas tras aviso y silencio tras dos avisos.
Con un gran ambiente se realizó el primero de los tres festejos del flamante serial de abril en la Monumental Monterrey “Lorenzo Garza” con una rotunda actuación del amador (carajo, que alguien les avise a los despistados que cuando un rejoneador no tiene alternativa es “amador”) Guillermo Hermoso de Mendoza, quien dio una vuelta al ruedo en el 7° del festejo y habría cortado una oreja de no fallar con el rejón de muerte.
Destacable la fácil e inmediata conexión que tiene con el público el hijo de Pablo, así como su excelente calidad de jinete. El chaval tiene todo para ser un digno sucesor del padre: valor, conocimiento, dominio de las jacas, intuición en los terrenos y sentido del tiempo. Aún le falta madurar, lleva apenas 20 festejos, pero lo sorprendente es la innata facilidad que tiene para proyectar todo lo que hace al tendido y la conexión que consigue; hoy en Monterrey ha hecho rendirse a sus pies a una afición exigente, que sabe de caballos, de rejoneo y de toros y se le han entregado sin cortapisas, obligándole a dar una vuelta al ruedo tras la muerte de su segundo como justo premio a una rotunda actuación.
A Guillermo le correspondieron dos astados de distinta lidia de La Estancia que le permitieron desplegar su conocimiento y todo el aprovechamiento que ha tenido en este primer periplo por ruedos aztecas. Lo tiene todo y sabiendo ello aprovecha lo mejor del mejor de los maestros, su padre.
Y como en la realeza: “Muerto el Rey, viva el Rey”, con Pablo la afición regiomontana estuvo durísima, sin perdonarle nada y es que además los de San Isidro que lidió se pararon pronto y no fueron los mejores enemigos para que el navarro desplegara el arte al que nos tiene acostumbrados. A pesar de ello Pablo desplegó afición y recursos, puso empeño y determinación, pero como decía “El Guerra”: “Cuando no se puede, no se puede… y además es imposible».
Los “cómos” de Diego.
Diego Silveti tiene bien todos los “qué”, pero le hacen falta los “cómos”.
Y es que el hijo de David posee la técnica que le permite hacer lo que le piden sus enemigos en el momento adecuado, sin embargo su labor carece de sentimiento y proyección, no emociona, no transmite, no dice nada y así es muy difícil construir los triunfos.
No es un asunto de valor o de conocimientos, se trata de que el exponente tiene que hurgar en el fondo de sí mismo para hallar las cuerdas precisas que le permitan proyectar al público lo que siente y de esta manera establecer una comunión, esa comunión que tenía su padre sobre todo al final de su carrera.
Diego debe dejar atrás los guiones prestablecidos, porque sus faenas siguen siendo exactamente las mismas desde que era novillero, casi sin variantes, con los mismos inicios y los mismos finales y ningún artista puede estancarse ejecutando el mismo repertorio por mucho tiempo, sobre todo cuando te das cuenta de que no tiene repercusión en el público.
Hoy estuvo otra vez bien, pero sólo eso, bien en Monterrey, una plaza en donde debería triunfar. El tiempo apremia.
Sergio Garza y el peso de la responsabilidad
Al regiomontano Sergio Garza le terminó pesando su triunfo anterior en el mismo ruedo. Extraviado por momentos, no atinaba a ser el tremendista de la vez anterior o ponerse a ejecutar el toreo en serio y así se perdió, con todo y que le tocaron dos buenos toros de Jorge de Haro que no se comían a nadie; al segundo él se encargó de echarlo a perder tras cortarle el viaje con dos “garrazos” en los primeros compases de la lidia… y es que no se puede invitar a una dama a bailar una balada y pretender llevarla a ritmo de “quebradita”.
Para colmo el regiomontano estuvo fatal con la espada.
Hay momentos y lugares en la vida en los que “querer no es poder”, como las artes y la tauromaquia, por lo que Sergio deberá analizar a conciencia su actuación, evaluar qué hizo bien y en qué falló y en base a ello tomar decisiones.
Sólo un consejo al chaval que le tengo aprecio y estima: en nada suman tantas voces detrás, déjese llevar y deposite su confianza en alguien que conozca del negocio, del toro y de los despachos, no en quien por muy buena voluntad que tenga no le llevará a buen puerto.
La ovación a “El Poli”
Apolinar Mendoza fue novillero en sus años mozos y desde hace años es miembro de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros. “Capote Cañón”, se ha especializado en la lidia de rejones y hoy estuvo sensacional al momento en que en un cambio de jacas de Guillermo Hermoso salió a los medios para bregar al novillo, tanto que el público le jaleó con fuerza, más que por la ejecución por su figura regordeta que causó gracia a los espectadores.
Ojalá, lo digo con sinceridad, Pablo Hermoso lo conserve en su cuadrilla porque es un buen torero y un mejor hombre que simplemente salió al ruedo a hacer su labor y que hoy, por una mera circunstancia, se ganó la ovación más fuerte de la tarde.