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Paco Tijerina
Viernes 27 de agosto de 2021 / Plaza Monumental Monterrey.- Ante unas dos mil personas (tres cuartos del aforo permitido), se lidiaron cinco toros de “De la Mora” de juego regular, destacando el 5° al que le premiaron con el arrastre lento y uno de Teófilo Gómez (3° bis) que sustituyó al del encierro original al salir despitorrado de toriles y que fue soso.
Arturo Macías: oreja y dos orejas.
Isaac Leal Montalvo: palmas y oreja.
Juan Pablo Sánchez: palmas y oreja.
Fueron ovacionados el picador Eduardo Rivera y los banderilleros Diego Martínez y Héctor García en el 2°.
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¿Qué es lo que provoca que un cúmulo de personas que en su mayoría no se conocen entre sí y que provienen de distintos estratos y niveles socioeconómicos se pongan de acuerdo y al unísono jaleen un trazo, aplaudan o lleguen al paroxismo de unir sus voces para gritar “¡Torero, torero!”?
Dos elementos deben conjuntarse para construir esta magia única que tiene el toreo: entrega y verdad.
Y la noche de este viernes Arturo Macías hizo coincidir a toda la plaza con una actuación redonda, plena de entrega y con la verdad de un hombre que ha tenido que sobreponerse a uno y mil obstáculos y que además, contrario al natural instinto de conservación, se sigue colocando en el borde del peligro, sabedor de que es justo ahí y sólo ahí, en donde se consigue la gloria.
A su primero lo toreó con sapiencia, temple y calidad, consintiendo mucho al burel, sin molestarle, en un trasteo que dejó ver el crecimiento y desarrollo del toreo en el hidrocálido; buen detalle de Arturo el brindarle su faena en su tierra a Juan Antonio Adame.
Pero fue en el cuarto en el que Macías unió criterios al salir a darlo todo y conseguir el triunfo al precio que fuese necesario. Vibrante, basó su faena en el toreo de rodillas en el que expuso de verdad para acariciar con temple las embestidas de su enemigo, lo cual también hizo de pie, coronando su labor con media estocada en todo lo alto que fue suficiente para hacer rodar al astado y le fuesen concedidos los dos apéndices.
Entrega y verdad, la clave del triunfo. Ahora, además de “asegundar” como lo ha venido haciendo en todas las plazas, es necesario que sus actuaciones tengan repercusión y propiciar y promover que su nombre en un cartel es garantía de espectáculo.
Juan Pablo Sánchez no tuvo opciones con el primer reserva de Teófilo Gómez que sustituyó al tercero del hierro titular que salió despitorrado de toriles; el morito fue soso y descastado, por lo que el diestro de Aguascalientes puso empeño, pero sin tela de dónde cortar es difícil construir una faena que tenga calado en el tendido.
El desquite vino con el cierraplaza al que Juan Pablo toreó por nota, con mando y temple, dejando constancia que el tiempo le ha dado conocimiento para conocer de distancias, alturas y los secretos para cuajar a los toros. Faena interesante con pases de mucha hondura fue la que construyó Sánchez y que rubricó con un estoconazo al que precedió un pinchazo en hueso, por lo que obtuvo un auricular.
De Isaac Leal podemos decir que cumplió con la encomienda de dejar constancia de su voluntad y deseos de agradar. Fue notorio el tiempo que tiene sin torear, mismo que provocó que el regiomontano dudase por instantes en los procedimientos, sobre todo con el primero de su lote que no ofrecía posibilidades. Con el segundo salió enrabietado y por momentos esas ansias lo perdían; la oreja concedida fue en mucho en premio a sus ganas de agradar, aunque es de justicia decir que si el bravo burel de “De la Mora” hubiese caído en otras manos más experimentadas de seguro lo habrían cuajado.
P.D. Gracias Diego Martínez por el brindis de esos pares de banderillas, pero sobre todo por el privilegio y honor de tu amistad que bien sabes es correspondida.