Pepe de León
Ilusión, responsabilidad y seriedad que trasmite, que hace sentir esa inexplicable sensación de añoranza y que a la vez lo estás viviendo en el momento, así toreó Alfredo Ferriño esta tarde en el Cortijo Los Alamares en Santiago, N.L.
Impecablemente vestido, una seriedad absoluta, una tranquilidad impresionante, corriendo la mano con un temple perfecto, colocándose entre muletazo y muletazo, recreándose en el toreo, naturales que detienen el tiempo y que te hacen sentir que el corazón se exalta. No se puede simplemente escribir una reseña de qué forma ha manejado la muleta, cuando la emoción sigue viva. Cortó dos orejas, pero en verdad eso ahora es lo de menos, mi más sincera enhorabuena a el, un torero con amor profundo a lo que fue su profesión, pareciera que nunca se ha retirado.
Abrió plaza Joselito Ruiz, rejoneador, que después de colocar dos rejones de castigo y recrearse cabalgando cocido a las embestidas del novillo decidió echar pie a tierra para disfrutar del toreo de muleta, el novillo pronto acusó cansancio y fue quedándose parado, no sin antes José haberle sacado un par de tandas con calidad. El juez también le otrogó dos orejas.
Alberto Galindo «El Geno» con el cuarto de la función, ha dejado constancia de su estilo alegre al torear, pero también nos regaló una tanda corriendo la mano de forma lenta y muy vertical, se le extrañó en el segundo tercio pero seguro fue por cuidar al novillo para que llegara con mas recorrido al final, el cual aprovechó con creces, fue premiado también con dos orejas.
Con el tercero de la tarde hemos visto a un Hernán Ondarza relajado y disfrutando, le tocó el novillo que mas espiaba y que al igual que el primero se apagó muy pronto, con tandas por la derecha primordialmente fue como estructuró su faena y aunque intentó torear por el lado natural no se acoplaron del todo novillo y torero, mató hasta el tercer viaje y le fue concedida una oreja.
Cerró el festejo el joven rejoneador Sebastián Leal que nos ha regalado con sus dos primeras cabalgaduras momentos de temple y belleza al torear, un par de quiebros impresionantes le han sido ovacionados con mucha fuerza, así como llevar el novillo cocido a la cabalgadura una vuelta completa al ruedo, antes de clavar su primer rejón dejo ver su escuela con un cambio de mano en la cabalgadura que le resultó pintado, tuvo que echar pie a tierra para descabellar y fue premiado con dos orejas.
Lo dicho, un festival emotivo y que visto desde el punto de vista romántico ha cumplido de una forma extraordinaria, los tendidos casi llenos de este pequeño cortijo nos dice que habemos aun muchos románticos de la tauromaquia.