Paco Tijerina
Hace muchos años, cuando el Reglamento Taurino prohibía a los toreros utilizar el estoque simulado en el último tercio de la lidia, se hizo común que las figuras y quienes así lo deseaban, cargasen con un montón de recetas expedidas por un galeno en las que se certificaba que padecían de una lesión en la muñeca y por tanto estaban impedidos de cargar el pesado acero. Salía entonces en el callejón o el palco el cartelillo anunciando que el torero actuaría con un ayudado “por prescripción médica”.
El truco se fue haciendo tan común que dejó de estilarse el aviso y se permitió que todos utilizaran la espada simulada, hasta que no quedó más remedio que remendar el Reglamento y excluir la prohibición.
Y desde que encontraron el caminito muchos han utilizado “la receta” para saltarse, ahora sí que “a la torera”, cualquier compromiso que tengan firmado y con ello evitar repercusiones legales.
El peruano Andrés Roca Rey debe ser ya un caso para ser tomado en consideración en los récords por sus constantes “caídas” de carteles. Muchas de ellas, no se puede negar, producto de las lesiones que sufre porque de que se arrima, se arrima, pero también en muchos de los casos por lo que suponemos se trata de un exceso de administración que busca que no toree en plazas en donde no esté asegurada una buena entrada.
Y así, estando anunciado para torear este miércoles en el segundo de los festejos de aniversario de la Plaza México, de pronto llegó la noticia de que no podría hacerlo porque padece una severa afección gastrointestinal.
Ya son varias las ocasiones en que el peruano se ausenta de cosos mexicanos por el mismo motivo. Lo hizo en Monterrey en una ocasión y famosa fue aquella vez en que no toreó en Rincón de Romos, Aguascalientes en el 2017 aduciendo el mismo motivo, pero ocurrió que a la misma hora del festejo varias personas lo descubrieron paseando tranquilamente por un centro comercial de la capital hidrocálida y hasta fotos se tomaron con él.
Es un hecho que Roca Rey no tiene en México el mismo tirón de taquilla del que disfruta en España y su natal Perú, pero no lo tiene gracias a que como a buena parte de los extranjeros y la mayoría de los mexicanos, le hace falta promocionarse, difundir su imagen y logros y sobre todo, tener éxitos resonantes en ruedos aztecas que le permitan consolidar una presencia.
Es entonces que nace el círculo vicioso: no torea porque la gente no va a verlo y el público no va a verlo porque no lo conocen y no lo conocen porque no torea.
Es una pena que estando llamado a ser el sucesor de la gloria y fama de diestros como Ponce, El Juli o Pablo Hermoso, que con su solo nombre agotaban el papel de cualquier plaza mexicana, Roca Rey y su administración insistan en escamotear sus presentaciones en México actuando únicamente en aquellos sitios en donde el cartel y/o las circunstancias consiguen buenas entradas.
Seguir la estrategia que han llevado por años sin resultado no es la respuesta. Tienen que inventarse algo más para hacer que Andrés despegue en México y se convierta en un consentido de la afición, lo cual puede y seguramente será, siempre y cuando sus apoderados se apliquen en conseguir un esquema que haga visible al diestro a los ojos de la gran masa y les provoque la necesidad de irle a ver a las plazas.
De otra manera se seguirá enfermando y se seguirá cayendo de los carteles lo que, para su mal, empeora su imagen de quienes sí lo conocen y van sumando la cuenta de sus frecuentes enfermedades.