www.burladerodos.com

EL FUNDÓN / EL TOREO ES GRANDEZA

EL FUNDÓN / EL TOREO ES GRANDEZA

Paco Tijerina

Ya sé que van a decir o por lo menos pensar que, como diría el inolvidable Rafael Herrerías, “a este ningún chile le embona”; en respuesta diré que como diría un personaje de la TV: “Como digo una cosa, digo la otra”.

Seguramente en sus años mozos en Saltillo el Maestro don Fermín Espinosa Saucedo “Armillita” aprendió de su padre y sus hermanos Juan y Zenaido, todos glorias del toreo mexicano, una frase que adoptó como religión en su vida y que a sus hijos inculcó como máxima: “El toreo es grandeza”.

Hoy traigo a la mesa la sentencia armillista para comentar la presunta carta de insurrección que el matador Héctor de Ávila le envió públicamente a Juan Pablo Baillères Gual que pretendía ser una queja o denuncia y que terminó siendo “pan con lo mismo” o tal vez peor.

Cada quien es libre de actuar como mejor le parezca o convenga, sin embargo al hacerse pública la misiva, su contenido pasa a ser del dominio general y es entonces que se tiene la posibilidad de comentar dichas líneas.

El texto inicia de forma prometedora: “Le escribo desde mi inconformidad como integrante del ejército taurino que usted comanda, y hablo de un ejército porque me encuentro preparado para jugarme la vida el día que se me llame como si en realidad estuviese en listado para ir a la guerra; dados los resultados del certamen me ha dado el puesto más bajo que se pueda tener en este listado de 80 hombres que tiene a su consideración para jugarse la vida cada que usted quiera”.

Y continúa: “… me expreso abiertamente para decirle las cosas que no ve, que no ha querido ver o que no le han querido decir, el espectáculo taurino está muriendo…”

Y aquí empiezan las preguntas: ¿Cómo es que el torero sabe el lugar en el que quedó clasificado y se asume como el último del listado?

Me parece un exceso decirle al señor Baillères que tiene un ejército de hombres dispuestos jugarse la vida “cada que usted quiera”. Verlo así suena a antojos y no a una relación de negocio entre dos entes, empresario y torero, por más que de pronto se tenga la impresión de que los coletas son esclavos de un sistema.

La cosa empieza a decaer cuando De Ávila confiesa: “en lo personal no hice nada por defender lo de Puebla por que estaría siendo incongruente con mi forma de pensar, como voy a defender algo que ni siquiera se está defendiendo desde dentro”.

Tras un deontológico discurso sobre los toros y los toreros, el diestro pasa de la pretendida insurrección a pedir le den una corrida por mes al año, 12 tardes en 12 meses, reiterando que “hoy con las calificaciones del certamen me da a entender que soy de los últimos de su ejército” y suplicando una oportunidad.

Reitero, cada quien es libre de hacer lo que mejor le parezca o convenga, pero es necesario decir que en ninguna parte de la carta aparece la premisa inicial de: ““… me expreso abiertamente para decirle las cosas que no ve, que no ha querido ver o que no le han querido decir”.

“El toreo es grandeza” y si te vas a animar a alzar la voz lo ideal sería el pedirle a la empresa 52 tardes al año y si se puede más, con el compromiso firme y serio no sólo de ponerle la barriga a los pitones de un toro de verdad, sino además de convertirte en la figura del toreo que México está esperando para con ello provocar que los públicos vuelvan a llenar los tendidos y así retornen los tiempos gloriosos que muchos añoramos.