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EL FUNDÓN / FIGURA

EL FUNDÓN / FIGURA

Paco Tijerina

“¿Será que hace tanto tiempo que en México no
veo una que se me esté empezando a olvidar?”
Yomero

Son tantos años en México sin tener una verdadera figura del toreo y tanto el uso y abuso de algunos que se empecinan en colgarle el calificativo a cualquiera, que empiezas a cuestionarte, ¿quién es en realidad figura?

¿Quién, cómo, cuándo o dónde se consigue ese título nobiliario? ¿Se compra, adquiere, alquila, presta, vende, empeña o qué? ¿Es algo que puedes usar a tu libre gana o se trata de una condición que alguien te adjudica? ¿la prensa, las empresas, el público tal vez?

Me queda claro que ser figura no es cobrar mucho dinero por torear, porque conozco a varios que signan contratos por un montón de billetes (hasta en dólares), mismo que no son capaces de reflejar en la taquilla y aún así, sin pudor, recato o vergüenza, se embolsan la lana y tan quitados de la pena, a pesar de que las más de las veces no se dan ni una vuelta al ruedo (ya sabes, “los toros no tienen palabra de honor” y por lo visto los toreros sentido de la dignidad).

Ser “figura” no se trata de que una agencia de relaciones públicas, un apoderado “iluminado” o la prensa publicista te lo añada a tu nombre, porque en realidad es una condición que se obtiene en otro sitio y de distinta forma.

Vamos, que en nuestro tiempo ser figura ya no es imponer ganaderías o alternantes, porque ahora ya cualquier hijo de vecino se da esos lujos.

Pero el punto es que hay empresas que les toleran estas “condiciones”, de cobrar lo que se les antoja (se los terminan pagando aunque no los desquiten); de poner y quitar toros y toreros (se los conceden, aunque la verdadera razón sea el pánico a que los exhiban) y les aguantan sus desplantes de divas cuando en realidad son menos que una devaluada artista de carpa.

En teoría ser “figura” debe ser una condición otorgada no en el “dixit”, sino por los públicos y necesariamente primero como un reflejo de la taquilla, es decir, llenando los cosos, agotando el papel al conjuro de su nombre; la figura causa interés y despierta pasiones, la figura tiene seguidores y también detractores.

Ya lo decía hace muchos años Santiago Martín “El Viti”: “Ser figura del toreo es casi un milagro”, pero en México es aún más difícil por el entorno y condiciones, porque tenemos una “Fiesta” que no opera en condiciones normales de oferta y demanda, sino que está contaminada por intereses personales o de grupo -muchas veces ni siquiera los intereses de las propias empresas- que terminan desviando el punto de enfoque.

Cuando una sola entidad es empresario y apoderado al mismo tiempo se corren enormes riesgos, como lo es el anteponer unos intereses sobre otros y si a eso le añades el factor de ganadero, tienes un peligroso cocktail en el que las más de las veces lo último que importa es lo que quiere “el cliente”, que no es otro que el aficionado que paga un boleto.

Visto así, los carteles se arman en función de arropar a “mis toreros” y llenar otros puestos con toreros de otras empresas o grupos para “devolver la copa”, sin importar méritos o el interés que puedan generar en la masa, cerrando posibilidades y opciones a otros que en realidad puedan convertirse en figuras.

Mientras la premisa siga siendo la anterior, en México no seremos capaces de crear una nueva figura. Es claro que desde hace muchos años no la tenemos y lo más grave es que no es por falta de toreros, sino por una torpe visión que se empeña en ver el árbol y no el bosque, que carece de visión de largo plazo y que opera con criterios de beneficios personales para algunos, no siempre para los que arriesgan el dinero.

Ser “figura” no es un título que se compra en un mercado, una tienda de conveniencia o que se pide por internet.