Paco Tijerina
Los tiempos cambian y los toreros de hoy ya no andan como los de antaño, en “la guerra”.
Salvo contadas excepciones en algunas poblaciones del sureste, en donde existe una buena “troupé” de toreros de la región, ya no hay fiestas patronales en donde echen astados viejos y toreados o simplemente bravos de media casta; ya no hay “choneros” que le salgan a algún cebú inmenso con los pitones apuntando al cielo. Eso se acabó.
Pero hoy me quiero referir a otra guerra, una personal y para mi significativa, la de recuperar historia taurina gráfica y escrita.
Para ser minero y buscar en las profundidades de un archivo, una hemeroteca o simplemente en cajas olvidadas de negativos, se requiere de vocación y afición.
Porque puede que alguien tenga acceso a un montón de imágenes, negativos e impresiones, álbumes y recortes, programas y carteles, pero de nada sirven todos esos recuerdos si no los puedes identificar y ligar con una historia, contar quiénes eran esos toreros, esas ganaderías, esas plazas.
Tampoco de nada sirven guardadas en una caja y olvidadas en un ropero o una bodega. El padre tiempo no perdona y antes de lo que cualquiera se imagine se terminarán por auto destruir, producto de sus propios materiales. Para preservar esos documentos se requiere una enorme cantidad de recursos económicos, sitios aislados, libres de polvo y humedad, del calor y del sol; de ahí la importancia de trasladarlos a formatos digitales para preservarles y postergar su existencia.
El verdadero valor, además de rendir tributo a esos lidiadores, así como a quienes captaron aquellas imágenes, está en lo que circunda a cada una de ellas en las mil y un historias que encierran, en los sueños e ilusiones que por igual tuvieron un día los que llegaron a ser figuras y quienes tomaron, por decisión propia o de las circunstancias, otros caminos, pero que por igual alguna vez enfrentaron con valor la embestida de un burel en el cara o cruz de la vida o la gloria.
De poco a nada sirve encontraron un filón si no se puede tallar y pulir, si no se tiene la memoria y el recuerdo, si no echas mano de referencias para entender el contexto y poner en su justa dimensión cada uno de esos recuerdos.
El verdadero valor está ahí, en las historias y los recuerdos y esos, también un día, terminarán por perderse.