Paco Tijerina
El 1 de julio los mexicanos le lanzaron al PRI un sonoro grito de rechazo e indignación, un “¡Ya basta!” que resonó fuerte y claro a lo largo y ancho del país y que se tradujo en la más estrepitosa derrota en la historia del otrora “partidazo”.
Como “Don Julián”, el hombre rico del corrido de “El Perro Negro”, los tricolores estaban acostumbrados a mandar y sin importar la opinión ciudadana hacían y deshacían a su antojo, confiados en que a la hora de las elecciones, por las buenas o las malas, terminaban arreglando todo para seguirse saliendo con la suya… pero las cosas cambiaron.
Tanto tiraron de la cuerda, hasta que se reventó.
En las mismas anda la fiesta brava en México, especialmente la empresa de la Plaza México.
Los recién llegados apenas cambiaron el logotipo y el nombre, porque siguen las mismas prácticas que durante años nos recetó el émulo priista que dirigía los destinos del coso a su gusto y conveniencia, atendiendo más a su hormona que a un criterio y una visión empresarial.
Los resultados de esta política taurina se padecen en todas las plazas del país desde hace tiempo; desde hace mucho los aficionados han expresar su malestar y están a nada de repetir lo que ocurrió el 1 de julio en las urnas. El PRI tuvo muchas oportunidades para cambiar y no lo hizo por soberbia y miopía, ¿sucederá lo mismo con la empresa taurina más importante de México?
Tienen forzosamente que cambiar y tienen que hacerlo ya. La fiesta no se salvará con leyes o decretos que de nada valdrá si los cosos siguen vacíos. La fiesta podrá salvarse si genera interés y pasión, si es capaz de generar un movimiento social de adeptos. Tenemos que volver a hacer de los toreros unos ídolos y de entre ellos a verdaderas figuras, no de membrete, sino de verdad, con arrastre popular y con “ístas” que los defiendan a capa y espada.
¡Basta ya! del modelito español de anunciar todos los carteles de media o la temporada entera, porque está visto que eso no funciona y no funciona por la simple y sencilla razón que esos carteles están hechos atendiendo criterios de cumplir compromisos o caprichos, de cumplir con intercambios pensados en función de uno, dos o tres toreros, no con una visión de generar interés en las masas.
¿Qué un torero está bien? ¡Que repita! ¿Qué sigue estando bien? ¡Que siga repitiendo y que vengan uno, dos o tres a intentar derrocarlo de ese puesto!
¡Basta ya de tratar a los diestros nacionales con esa actitud “perdonavidas” de “te doy la oportunidad”, que en realidad no es ninguna porque aunque triunfen no los repiten ni ahí ni en ninguna otra plaza, mientras a los extranjeros les dan las perlas de la virgen aunque no lleven a nadie a los tendidos.
Tienen que cambiar porque si no como al PRI, los cambian.
Tienen que dejar de empeñarse en hacer figuras con “sus” toreros y abrir la visión y el abanico para probar a otros muchos que cansados de esperar ya piensan en quitarse.
Tienen que dejar de ofrecer todas las tardes, en todas sus plazas, “sopa de fideo”, porque sí está buena, pero no es el platillo estrella que los comensales buscan y no será insistiendo en servirlo como lo harán del gusto del público; la “sopa de fideo” tiene que pelearle las palmas a la de arroz y a la de coditos, al caldo tlalpeño y al de res y ganarse a ley su sitio, no a fuerza de imponerse contra la razón.
Son tiempos de cambio y los mexicanos ya se han dado cuenta de que tienen el poder en sus manos, el poder para modificar las cosas, para decidir su futuro, para hacer valer su presencia y derechos.
Esta es la última oportunidad, de ustedes depende si la aprovechan.