Paco Tijerina
No es reclamo, entiendo la naturaleza humana, comprendo lo difícil de la situación, sé que por ganas y ánimo de ayudar el asunto no para, pero me duelen muchas cosas.
En la actualidad existen miles de opinadores profesionales sobre el toreo y sus males que disertan y dan cátedra sólo en las redes sociales, porque en la plaza ni se aparecen o en su defecto, se trata de quienes defienden un punto por algún interés, amistad o simplemente ganas de dar la contraria y estar jodiendo al vecino. Estamos acostumbrados a ellos y no nos asusta, aunque duele un poco que la participación sea sólo detrás de un teclado y no en una defensa activa de la Fiesta.
Naturaleza humana, nunca terminaré de comprenderla, la acepto y respeto, pero no deja de doler.
Hace unos días solicité apoyar a un enorme taurino que hoy requiere de nuestra ayuda, me refiero a “Toño Politía” que debe permanecer en un asilo para que lo cuiden. De inmediato saltaron muchísimas personas que ofrecieron colaborar conforme se los permitiesen sus posibilidades y así ocurrió, pero sólo en unos cuantos casos…
La respuesta de las primeras horas me hizo recuperar la confianza y la fe en la humanidad, en las buenas personas, en la solidaridad y ayuda a quienes realmente lo necesitan; a pesar de lo ocurrido hasta ahora, no la he perdido, porque sé que tal vez las ocupaciones, las preocupaciones, el trabajo, no les ha permitido a algunos “retratarse en la taquilla” y pronto lo harán.
Aquí todo cuenta, aquí un peso ayuda, aquí más que reunir la cantidad que se requiere para cubrir la estadía y los artículos que el buen Toño necesita mes tras mes, el ejercicio se trata de afición y amor por la Fiesta y su gente.
No es reclamo, no tengo por qué hacerlo, porque al final de una u otra manera se podrá conseguir el dinero para el querido “Politía”, que a lo largo de los últimos 70 años ha sido el más fiel de los testigos de la fiesta regiomontana, pero sí y eso tengo que decirlo, me duele.
No es reclamo, pero hago un llamado a su conciencia y a su buen corazón. La Fiesta y la afición se hacen de muchas formas, no sólo en la plaza y con el toro y esta es, sin duda alguna, la más importante de todas, porque antes que taurinos, somos hermanos.