“Si en el firmamento, poder yo tuviera…”
Quintero, León y Quiroga en “Penita, pena”
Aunque de siempre las corridas de la Plaza México se han transmitido a España, con el sainete de que la reciente Corrida Guadalupana sólo se difundió en directo a la Madre Patria, Centro y Sudamérica y viendo la emisión gracias a una alma caritativa que la compartió por Internet, me detuve a pensar que sí, las comparaciones son odiosas.
Toreros, empresarios y ganaderos en México se quejan del “inmenso daño” que les ha causado la globalización y que en nuestro país recibamos la transmisión de festejos desde España porque dicen, la gente se acostumbra a ver otro tipo de toro “y quiere que aquí salgan iguales y no se puede”.
Y en el fondo tienen razón. Es la misma especie, sí, pero proveniente de muy variadas ramas, criada en condiciones distintas, con un manejo diferente, con apoyos gubernamentales de otro tipo y pagados en una moneda más fuerte; sin embargo hay que acotar que aquí no falta ganadero-economista que anticipa sus productos y los ceba para lidiarlos antes de que cumplan la edad reglamentaria, pero los cobra como toros… eso es un hecho.
Pues bien, así como se quejan los toreros, ganaderos y empresarios, los aficionados deberíamos de quejarnos por la muy limitada producción de las transmisiones taurinas de nuestro país. Ver la “Corrida Guadalupana” fue, además de un martirio, y no me refiero al tema de los comentaristas, un asunto de pena, mucha pena, por la pésima dirección de cámaras, la absoluta falta de recursos técnicos y creativos, amén del malísimo despliegue de tiros de cámara ubicándolas en todos lados, menos en donde deberían.
A diferencia del toro y sus condiciones, si hablamos de recursos y capacidades en México estamos a la par de España en materia de producción televisiva, de manera que son así porque no les interesa, porque ponen a cualquiera a producir y dirigir, a los mismos que hacen futbol y no tienen noción de lo que deberían poner a cuadro.
No me explico, teniendo mil transmisiones en archivo de España, cómo es que no son capaces de copiar conceptos, igualarse en tomas, copiar encuadres, repetir segmentos. Aquí te tienes que recetar la mayor parte de la transmisión con aburridísimos planos abiertos, muy abiertos pero muy seguros para el director de cámaras, viendo lo que ocurre en el ruedo como si estuvieses en la última fila, perdiendo el recurso del acercamiento y el detalle.
El colmo de la improvisación fue el incluir, como de costumbre lo hacen, a una niña que ni idea tiene de la Fiesta y sus actores para hacer entrevistas y así, tuvo el desatino de acudir a buscar al tendido al Lic. Adolfo Lugo Verduzco y al presentarlo dijo: “el ganadero de Huichapán”; aquí el asunto toma relevancia porque ocurre que las participaciones de la niña son grabadas, de forma que hubo tiempo y espacio de corregir el entuerto, pero ahí la calidad es lo que menos les importa… ¿se ve, se escucha? ¡Vámonos!
Para colmo de males mi querida Marysol Fragoso tuvo mala suerte y dos de sus entrevistados la “batearon” cortándole materialmente sus preguntas.
De pena, penita, pena, las transmisiones desde la México, porque no hay producción previa y de contexto, no hay elementos adicionales, no le aportan nada y al momento del festejo sus cámaras están en todo, menos en donde deben, por una simple razón, quien está al mando no tiene ni idea, no le importa y no le interesa, reflejo de que a sus jefes les pasa lo mismo y de lo preocupados que están de la opinión de los espectadores, sabedores de que son la única opción y sin competencia, pues hombre, dales lo que sea, que con eso se tienen que conformar.
“Ay pena, penita, pena…”