Gracias al entorno familiar desde niño jugaba a ser torero y esos juegos se convirtieron primero en ilusión y después en realidad.
Adrián Fernández es un matador de toros que combina la clase con un profundo conocimiento del toro bravo, aprendido en largas lecciones en el campo, escuchando la cátedra de grandes maestros, toreros y ganaderos.