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ROSTROS / ALEJANDRO DE LEÓN

ROSTROS / ALEJANDRO DE LEÓN

No podía ser otra cosa más que torero.

Desde niño soñó con la gloria y la fama y se entregó de lleno a su pasión, buscando oportunidades, tocando puertas, toreando en donde fuese. A su favor tenía valor, clase y mucha hambre de triunfo, pero eran tiempos en que existía toda una pléyade magníficos novilleros por todo el país y así los caminos se cerraban y las oportunidades escaseaban, y fueron pasando los días, los meses, los años.

Un día decidió que se dedicaría a torear y toreraría más toros de los que nunca imaginó, y correría feliz a su encuentro con un par de banderillas en las manos para adornar sus morrillos; a cambio no empuñaría una muleta y el oro de sus vestidos cambiaría por la plata o la pasamanería.

El toreo no perdió a un buen matador, sino que ganó a un excelente subalterno.

Alejandro de Leon es todo un personaje de la fiesta en México, reconocido por su profesionalismo, pero sobre todo por su compañerismo y don de gentes.