Ligado eternamente a la figura de Valente Arellano (QEPD) y de Manolo Mejìa Avila, Ernesto Belmont Rovira tuvo su auge en la época novilleril cuando la tercia llenaba de bote en bote la Monumental Plaza de toros México.
La inesperada muerte del lagunero rompió el encanto y después ya nada fue igual para quienes se quedaron aquí.
Manolo tuvo un segundo aire y pudo continuar adelante; Ernesto no, pero si de algo debe estar orgulloso, es que la afición nunca menguó y por contrario, ha ido siempre en aumento.
Tuvo, como muchos, un fugaz retorno y de ahí es esta imagen. Pronto decidió que no era ese el camino y se retiró discreto, serio, formal… sin embargo y a pesar del tiempo sigue siendo un referente en la Fiesta y un personaje que tiene una inacabable lista de amigos.