Con una impresionante carrera en las filas novilleriles, diversas fueron las circunstancias que propiciaron que José Ángel Adame, «El torero tridimensional», pudiese continuar su ascendente paso.
Valiente, pundonoroso y con una concepción estética del toreo de enorme profundidad y depurada técnica, ni la impresionante cornada que casi le partió el cuello en la Plaza México lo retiró de su vocación.
Al paso de los años decidió convertirse en subalterno y como en todo lo que ha hecho en la vida, se propuso ser uno de los mejores y así actuó al lado de grandes figuras, destacando por su conocimiento de los toros, se excelente lidia y su facilidad con los palitroques.
José Ángel Adame es un orgullo regiomontano.