Picador de los buenos, de familia de toreros, curtido en la brega y el trajín, andador de mil caminos y con cientos de historias a cuestas, Víctor Ortega es una demostración viviente de que la afición no se quita con nada y que al contrario, con el paso del tiempo se acrecenta.
Retirado de los ruedos por las dolorosas lesiones de la profesión, desde hace tiempo hace empresa y mantiene su relación de amor con la Fiesta.