Paco Tijerina
Vistos los acontecimientos, empiezo a pensar que don Javier Cano, el presidente de Las Ventas, tiene un gravísimo trastorno de personalidad en el que disfruta -y vaya de qué manera- que lo increpen y lo insulten.
De otra forma no puedo entender su intransigencia (que no exigencia) a negarse a conceder una oreja que es solicitada de manera mayoritaria por el público de Madrid para el novillero Jesús Enrique Colombo el día de hoy.
Sí, es Madrid, sí, hay que guardar el respeto y las formas dándole categoría a la plaza y a la feria, pero lo de Cano es pasarse tres pueblos.
Porque con su tozudez termina jodiendo a la Fiesta, acabando con ilusiones, negándole un triunfo a quien con entrega lo buscó y lo arriesgó todo en una fecha importante. Cano se irá hoy y volverá mañana o pasado al palco, ¿pero a Colombo cómo le afecta la negativa de un presidente cerrado a cumplir con lo que estipula la normativa que no es otra cosa que atender la petición mayoritaria de los asistentes y entregar el primer trofeo?
Algo tiene que hacer la Comunidad de Madrid, porque Cano no es un impartidor de justicia, vigilante del respeto a la Fiesta y del derecho de los aficionados; ese tipo es un nazi disfrazado de presidente de un festejo que se siente más importante que los actuantes y que de ninguna manera debería ocupar tan relevante cargo.